A cuatro años del asesinato del presidente Jovenel Moïse: Haití entre la memoria, la incertidumbre y la búsqueda de justicia
Este lunes 7 de julio de 2025 se cumplen cuatro años del magnicidio del entonces presidente de Haití, Jovenel Moïse, un hecho que sacudió a la nación caribeña y conmocionó a la comunidad internacional. Moïse fue asesinado en su residencia privada de Pétion-Ville, en las afueras de Puerto Príncipe, en la madrugada del 7 de julio de 2021. El crimen, perpetrado por un grupo armado compuesto principalmente por exmilitares colombianos y otros actores internacionales, dejó al país sumido en una profunda crisis institucional y de seguridad que aún persiste.
Un ataque planificado
Los hechos ocurrieron alrededor de la 1:00 de la madrugada, cuando un comando fuertemente armado irrumpió en la residencia presidencial. Las investigaciones han revelado que el grupo estaba compuesto por al menos 20 personas, en su mayoría exmilitares colombianos con entrenamiento especializado, algunos de ellos acompañados de individuos bilingües que hablaban tanto español como inglés. Los atacantes lograron ingresar al recinto sin enfrentar mayor resistencia por parte del equipo de seguridad presidencial, lo que generó múltiples sospechas sobre complicidad interna.
Jovenel Moïse fue asesinado de manera brutal. Recibió al menos doce impactos de bala en varias partes del cuerpo, incluyendo el pecho, los brazos, una pierna y la cadera. Además de los disparos, su cuerpo mostraba signos de haber sido golpeado violentamente. Murió en el acto, sin oportunidad alguna de recibir asistencia médica.
Su esposa, la Primera Dama Martine Moïse, también fue atacada durante el asalto. Sufrió heridas graves en los brazos, muslos, manos y abdomen. Aunque logró sobrevivir, debió ser trasladada de emergencia a Estados Unidos para recibir atención médica especializada. En declaraciones posteriores, Martine relató que los atacantes saquearon su habitación en busca de documentos, realizaron una videollamada aparentemente para confirmar la identidad del presidente y verificar ciertos objetivos de la operación, e incluso manipularon su cuerpo para cerciorarse de si aún estaba con vida antes de abandonarla.
Las incógnitas y los actores detrás del crimen
El asesinato de Jovenel Moïse fue más que un ataque personal: fue un golpe al corazón del Estado haitiano. A pesar de múltiples investigaciones nacionales e internacionales, incluida la colaboración del FBI y autoridades colombianas, aún persisten muchas incógnitas sobre los verdaderos autores intelectuales y el motivo central del magnicidio. ¿Se trató de una conspiración político-económica? ¿Fuerzas extranjeras interesadas en desestabilizar la nación? ¿Factores internos vinculados al poder y la corrupción?
Las investigaciones han involucrado a empresarios, exfuncionarios haitianos, políticos y ciudadanos extranjeros. Sin embargo, a cuatro años del crimen, no se ha logrado una sentencia firme contra los responsables, y muchas de las detenciones iniciales han caído en largos procesos judiciales sin resolución.
El legado de un país en crisis
La muerte de Moïse no solo dejó un vacío en el poder, sino que profundizó la ya frágil situación sociopolítica de Haití. En los meses posteriores al magnicidio, el país enfrentó un incremento alarmante en los niveles de violencia, con pandillas armadas tomando el control de barrios enteros en Puerto Príncipe y otras regiones. La inseguridad generalizada ha provocado el desplazamiento de miles de personas, el cierre de escuelas y hospitales, y una crisis humanitaria cada vez más aguda.
En el plano político, Haití ha vivido una serie de gobiernos interinos, disputas por el poder y una notable falta de legitimidad institucional. La población, sumida en la pobreza y la incertidumbre, ha perdido gran parte de la confianza en las autoridades, lo que ha dificultado los esfuerzos para restablecer la gobernabilidad y convocar elecciones democráticas.
La memoria y la búsqueda de justicia
A cuatro años de su asesinato, Jovenel Moïse es recordado con opiniones divididas. Para algunos, fue un líder con visión que intentó reformar estructuras tradicionales del poder y combatir la corrupción; para otros, un presidente autoritario que gobernaba por decreto en sus últimos meses, tras la disolución del Parlamento y en medio de acusaciones de querer perpetuarse en el poder.
Sin embargo, más allá de la evaluación de su gestión, lo cierto es que su asesinato marcó un antes y un después en la historia reciente de Haití. Su muerte se ha convertido en símbolo de la vulnerabilidad institucional del país, de la violencia política y de la impunidad que aún impera.
La población haitiana continúa esperando justicia, no solo por el crimen cometido contra su presidente, sino por las múltiples heridas abiertas en un país que clama por estabilidad, desarrollo y paz. En este nuevo aniversario, el caso de Jovenel Moïse sigue siendo un llamado urgente a la verdad, la transparencia y el compromiso internacional para acompañar a Haití en su reconstrucción democrática.